4:00am: Despertar
5:00am: Montados en La Burra listos para salir. (Ojo La Burra estaba cargada y lista desde las 10:00pm de la noche anterior “aplausos al padre”).
6:00 – 6:30am: Parada de Desayuno en Paramacay. Primer cambio de pañales en el carro.
A partir de este punto creo que todo es repetitivo. Cada 3 horas aproximadamente ocurría lo siguiente:
1.- Demostración de Gimnasia para pasar del asiento de delante de la burra al de atrás (esta acrobacia se realizaba con el vehículo en movimiento “aplausos a la madre”).
2.- Alimentación del bebe (el vehículo seguía en movimiento “aplausos a la madre”)
3.- Parada estratégica para realizar el cambio de pañal. El cambio de pañal, también una operación de alto riesgo, es realizado en el asiento trasero de la burra. Se saca al bebe de la silla, se coloca en la piernas de la madre. Balanceando al niño en las piernas se quita el pañal, se limpian los desechos orgánicos y se coloca el nuevo pañal. Todo esto tratando de no quedar uno embarrado en el proceso. (“aplausos a la madre”)
4.- Entretenimiento del bebe nuevamente en su silla (Burra en movimiento “aplausos a la madre”)
5.- Salto olímpico de la madre al asiento delantero (Burra en movimiento “aplausos a la madre”.)
Después de 13 horas de viaje aproximadamente llegamos a Merida. Eso implica al menos cuatro repeticiones del proceso anterior (“aplausos a la madre”). Y no crean que el trabajo de manejar es sencillo. Traten ustedes de manejar mientras el niño llora sin parar cada vez que se va a quedar dormido, eso sí es una prueba de manejo y concentración en el camino.
Una cosa curiosa de los bebes es que luchan contra el sueño. Ellos luchan por mantenerse despiertos y lloran desconsolados porque saben que están perdiendo la batalla.
Saliendo de Barinitas, y empezando a subir el paramo surge la duda. “¿Le dolerán los oídos al bebe con el cambio de altura?” Subimos un poco más lento entonces. El bebe ni cuenta se dio.
Para nuestra sorpresa ¡¡¡En Mérida hacía calor!!! Por lo cual todo outfit merideño que llevamos fue inútil e inapropiado. Tuvimos que subir al Paramo de la Culata solo para poder ponernos algo abrigado y tomarle una foto al bebe que fuera digna de Merida.
Una semana de pastelitos andinos, tequeños, parilla, vino de mora, futbol, futbol y futbol. Todo lo anterior sumado a la rutina de despierto, cambio de panal, tetero, juego, duermo, multiplicado por dos porque en Mérida llegamos a casa de nuestros amigos con su bebe de 8 meses.
La última noche para cerrar nuestra estadía en Merida decidimos salir a comer Sushi. 4 padres, 2 bebes una camioneta (una prima de la burra). Pasamos antes por un mirador a ver el atardecer sobre la ciudad, abrimos una botella de vino y todo. Cayó la noche y empezamos a rodar al restaurante. Gritos, lagrimas, bebe desconsolado llora sin motivo alguna, y no se logra calmar. 4 padres, 2 bebes y una camioneta regresan a la casa sin sushi a pedir pizza. Cruzamos el umbral de la casa y por arte magia el bebe se calmo. Que ilusos son los padres que creen poder hacer planes sin consultarlo con sus hijos.
Fue una semana muy casera de relajación, catarsis, desahogo Madre a Madre y Padre a Padre. Una semana donde descubrimos el efecto hipnótico que “La casa de Mickey Mouse” tiene sobre un niño de tres meses (altamente recomendado PLAYHOUSE DISNEY DIRECTV 315). Luego de vivir una Merida caliente pero igual de hospitalaria regresamos a Caracas. El regreso fue en 10 horas aproximadamente. No me pregunten por las tres horas faltantes.
PD: ¿No es lo maximo la foto?