miércoles, 17 de marzo de 2010

LA CABEZA DE COCHINO


Hace unos meses atrás fui a ver un apartamento en uno de los edificios más nuevos y novedosos que hay en esta pequeña ciudad. Estaba muy emocionado porque este edificio me gustaba bastante y tenía tiempo esperando que saliera una oportunidad en el mismo. Esa mañana me encuentro en la entrada del edificio con el corredor inmobiliario y con el dueño. Un muchacho joven 30 y dele, más o menos igual que yo. Conversamos cosas triviales (el calor y el gobierno) mientras subíamos al apartamento. 3 Habitaciones + 1 de Servicio, 170 mts2 , 2 Baños + 1 de Servicio. Piso de porcelanato, cocina con granito y persianas Hunter Douglas (aquí todo el mundo está orgullosos de sus persianas).

Ya había visto la habitación del hijo, la habitacion principal, y estábamos por entrar a la tercera habitación cuando antes de abrir la puerta me dice “Este es mi altar, porque yo soy santero”. En ese momento yo no caí en cuenta y simplemente entre, y realmente no fue tan extraño. Un altar con algunos santos conocidos otros no tan conocidos, ofrendas, frutas y pequeños envases (tipo tapara) chamusqueados o con cosas adentro. Nada muy extraño pero tampoco muy comprensible. Salimos del cuarto y parado en la sala me detengo a detallar nuevamente la sala/comedor/cocina que estaba frente a mí. A la izquierda la esposa cocinando algo de carne o panza, algo en una hoya con agua hirviendo. En el mesón de la cocina una media luna de copas de champagne, con algo que parecía miel adentro, hacían de guardaespaldas a algo semejante a una estrella dorada. Al final de la sala una cabeza de jaguar con corona dorada, capa roja, y plumas que salían de la cabeza. Ya una pequeña voz dentro de mí empezaba a hablarme y a decirme “sal de ahí”.

No sé que me paso, pero cometí el grave error de preguntar “¿Y el cuarto de servicio?”, grave, gravísimo error. Miradas de nervios se cruzaron entre la esposa y el dueño del apartamento, y me dice “Esta bien, te lo enseño, pero no te vayas a asustar”. Ahí pensé, ahora si me jodi, ¿pa que pregunte?, pero macho que se respeta muere valiente, ¡pa lante! Se abre la puerta del cuarto, me pega un olor a carne podrida/quemada que te retorcería el alma. Pero macho que se respeta sigue adelante. Primera observación a la izquierda en la esquina un caldero grande, con palos y cosas metidas adentro, toda la pared negra de hollín. Cruzo la puerta y ahí estaba como salido de la película de SAW, esa imagen que todavia me persigue, ¡una cabeza de cochino completa con todo y orejas! Se que habian otras cosas en el cuarto, pero relamente solo logro recordar con claridad la cabeza de cochino. De ahí en adelante ya la voz en mi interior no hablaba, GRITABA “¡SAL DE AHÍ YAAAAA!” Pero macho que se respeta no corre. Así que muy educadamente con los ojos desorbitados del susto termine mi recorrido, me despedí, agradecí a los dueños y me retire.

Al agente inmobiliario que me llevo a ese apartamento, y no tuvo las bolas de entrar al cuarto de servicio conmigo, aun no le devuelvo el habla. Es obvio que más nunca volví a ese edificio. Y a cualquier santero, palero o persona profundamente religiosa que lea esto les quiero dejar un mensaje:

No tengo nada encontra de sus creencias; pero si van a invitar a alguien a su casa, o a vender su apartamento, por favor, tengan la cortesía de esconder la cabeza de cochino o equivalente religioso. Ahórrenle ese momento incomodo a los demás seres humanos.

Gracias,
La Gerencia.

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