Desde hace como un mes por motivos de fuerza mayor (la llegada de mi hijo) he tiendo que asumir ciertas tareas del hogar que anteriormente no tenía el placer de cumplir. Una de ellas es la visita al automercado. Ir al automercado es como vivir la involución de nuestro país. Es ver como de más pasamos a menos.
En las pasadas tres semanas que lo he estado visitado, siempre los domingos, me he encontrado en medio de la escasez de productos. La leche descremada o completa de larga duración ya es un recuerdo en los automercados. El queso blanco está jugando a las escondidas, acompañado del queso amarillo. La Harina Pan es un rumor en los pasillos. Hasta el Nestea que siempre había sido fiel desapareció. Galletas, servilletas, limpia vidrios, arroz, papel higiénico y la leche condensada hacen apariciones esporádicas. Los tomates se ven golpeados, las mandarinas aporreadas, las zanahorias están desapareciendo, la rucula y la espinaca se mudaron de país. El pollo y la carne se turnan tomándose vacaciones del automercado.
Lista en mano (macho que se respeta va al automercado con una lista hecha por su esposa o su mama) salgo entonces en la misión de traer alimento al hogar. La lista hecha por mi esposa siempre aclara, después de cada artículo, “si hay”.
- Parchitas 6, si hay
- Zanahorias 6, si hay
- Espinaca bolsita 1, si hay
- Harina Pan 2, si hay
- Etc, etc, etc, si hay
- Parchitas 6, si hay
- Zanahorias 6, si hay
- Espinaca bolsita 1, si hay
- Harina Pan 2, si hay
- Etc, etc, etc, si hay
Lo que me causa gracia del “si hay”, es que la misma no afecta en nada el resultado final de la compra. Si están los compro, y si no están, igual no los puedo comprar. Pero es interesante ver como estamos tan afectados por la escasez que en una cosa tan sencilla como una lista de compras nos vemos inconscientemente impulsados a colocar “si hay”.
La lista me parece excelente, no se imaginan el placer que se siente ir tachando ítems de la lista. Nunca he logrado tachar toda la lista siempre me quedan uno que otro ítems que se resiste a ser encontrado. Pero este pasado Viernes 30 ha sido el día que más cerca he estado de lograrlo.
Como hoy es 1ero de Mayo, decidí visitar ayer viernes el automercado. Desde la entrada se respiraba otra energía. La sección de vegetales y frutas, que se ve desde la entrada, se observaba repleta y abundante, algo había cambiado. No sé, si es porque los domingos los automercados están medio pelados, pero la diferencia se sentía desde la entrada. La montaña de mandarinas recién ordenadas parecía hablar, los demás clientes estaban sonreídos, había cajas de productos por todos lados. Al llegar a la charcutería descubro nuevamente el queso PAISA, me rencontré con el Nestea. Tal fue la alegría que decidí consentir a mi esposa comprándole todos esos vegetales (que no estaban en la lista) que a los hombres no nos gustan pero a las mujeres sí.
Orgulloso con mi carrito lleno de cosas me dirijo a la caja a pagar. De la lista solo me faltaron dos, la leche descremada de larga duración y las choco-chitas (otro vicio de mi esposa). Llego a la caja, la cajera empieza a pasar los productos. El muchacho bañado en Rolda al final de la caja sonríe y llena sus bolsas. Sé que era Rolda porque le pregunte si era Moco de Gorila y me dijo que no “… ese no pega, es Rolda”. En eso la cajera llega a la parte de pesar los vegetales y pregunta:
- Cajera: “Señor”
- Yo: “Si”
- Cajera: “¿Cómo se llama esto?”
- Yo: “Alcachofa”
- Cajera: “¿Y esto?”
- Yo: “Parchita”
- Cajera: “A si ya me acorde, esta es la parchita dulce.”
- Cajera: “ Señor y esto”
- Yo: “Espárragos”
Tres preguntas que inmediatamente te hacen sentir como “oligarca”, por estar comprando cosas que no comes normalmente y que no estaban en la lista.
En este país hay que fomentar cultura. Hacer más de menos. Hay que detener este aumento de escasez y este descenso de cultura. Este país se merece automercados repletos, variedad de productos y exceso de cultura. Los venezolanos, todos sin distinción, merecemos que nos consientan y consentirnos nosotros mismos de cuando en cuando.
De ahora en adelante iré al automercado los viernes en vez de los domingos, porque los viernes “SI HAY”. A la próxima cajera del automercado, le comprare una alcachofa (si hay ese día claro), y la daré la receta. Con el chamo Rolda conversare un rato para averiguar porque el Moco de Gorila no pega. A mi esposa le seguiré llevando los vegetales que le gustan, porque ella también merece que la consientan.
2 comentarios:
Diste en el clavo. El problema no es la escasez de alcachofa sino la falta de alguien que sepa que carajo es eso.
Ahhh yo también solía ser adicta a las chocochitas pero ésas nos e consiguen por estos lares...
lo cierto es que es una situación bastante lamentable y sinceramente me quedé medio en shock con eso de que la cajera no sabía qué eran los artículos que llevabas; la cosa es más grave de lo que pensé...
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